Durante la Guerra Fría las exposiciones oficiales se convirtieron en espacios políticos y simbólicos que funcionaron como instrumentos del poder imperialista. En la mayoría de los países latinoamericanos se organizaron eventos artísticos que contaron con el apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA 1948) y de corporaciones multinacionales; en realidad estas exposiciones formaron parte en forma encubierta de una “guerra cultural” planeada por Estados Unidos que consistió en diseñar políticas culturales injerencistas que buscaban establecer estrategias para eliminar las representaciones políticas y promover los signos abstractos, entre otros elementos, como lenguajes neutrales y expresiones emocionales y poéticas. Junto con la identificación de células comunistas, esta estrategia detonó el cambio de paradigma en el diseño de las políticas culturales latinoamericanas ya que formó parte de la aceptación oficial del arte abstracto. En este artículo, me propongo analizar este proceso a través de las dos Bienales Interamericanas de Pintura y Grabado (1958-1960) y del Salón Esso (1965) organizadas por el gobierno mexicano, abordándolas como espacios del poder político y simbólico. Para ello, tomaré en cuenta las relaciones que se establecieron entre las políticas culturales estadounidenses y latinoamericanas, así como las polémicas estético-políticas y los desplazamientos estilísticos e ideológicos que aparecieron en el ámbito internacional durante la Guerra Fría.
During the Cold War the official exhibitions became political and symbolic spaces that functioned as instruments of imperialist power. In most Latin American countries, artistic events that had the support of the Organization of American States (OAS 1948) and multinational corporations were organized In actuality, these exhibitions were part surreptitiously of a “culture war” planned by United States in order to design cultural policies seeking interventionist strategies to eliminate political representations and promote abstract signs, among other factors, such as emotional and neutral language and poetic expressions. Along with the identification of communist cells, this strategy triggered a paradigm shift in the design of Latin American cultural policies since it became part of the official acceptance of abstract art. In this article, I propose to analyze this process through two Inter-American Biennials of Painting and Engraving (1958-1960) and the Esso Hall (1965) organized by the Mexican government, approachings these international exhibitions as spaces of political and symbolic power. In order To do this, I will take into account the relations established between U.S. and Latin American cultural policies as well as the aesthetic and political controversies and the stylistic and ideological movements that appeared in the international arena during the Cold War.