El artículo analiza una empatía colombiana proverbial, hasta ahora irresoluble, entre ilegalidad y sistema político. Ambos mundos se encuentran consustanciados desde hace tiempo; alcanzando su máximo nivel de confluencia durante la gestión del presidente Samper. Los gobiernos de Pastrana, y en especial de Uribe, surgen como respuesta a esa composición que hacía peligrar la subsistencia política del Estado. Uribe enfrenta tres áreas del problema: corrupción, guerrilla y paramilitares. La falta de éxitos concretos responde a la naturaleza dinámica de los problemas, asentados en arraigados vínculos entre política y sectores ilegales.
This article analyzes the proverbially intimate relationship between illegality and the political system. This relationship reached a high point during the Samper administration and the Pastrana and Uribe governments emerge as a response to what is rightly seen as a threat to the political consistency of the State itself. The current President hasbroached three aspects of the problem: corruption, the guerrilla and theparamilitary. The lack of concrete results serves to underline how deeply rooted its causes are.