Cuando se realiza un diagnóstico objetivo de las experiencias que arrojan más de 15 años de reforma estructural para las economías y sociedades latinoamericanas y caribeñas, es obvio reconocer que a pesar de ciertos avances en cuanto a estabilidad de precios, equilibrios macroeconómicos y «nuevas modalidades» de inserción internacional, nuestra región exhibe rezagos -muchos de ellos acentuados en este periodo- en términos de productividad, competitividad y equidad. Es más, en fecha reciente ha quedado demostrado que la vulnerabilidad de los sistemas económicos en la región es tan alta como antes, lo que ha conducido a varios especialistas e instituciones a reconocer que los «cambios» no han sido tantos ni tan exitosos como frecuentemente se presentan.