Transcurridos 40 años desde el derrocamiento de la dictadura perezjimenista, el 23 de Enero de 1958, resulta pertinente una evaluación de la democracia venezolana, analizando las condiciones de su implantación y las transformaciones ocurridas en el sistema de partidos, así como sus efectos: luces y sombras. El modelo político de 1958 trajo consigo consecuencias positivas como las libertades cívicas, el pluralismo político y un sistema democrático que sobrevive pese a las dificultades por las cuales atraviesa; pero también aspectos negativos como la centralización, la partidocracia y el clientelismo. El nuevo reto de la democracia venezolana actual consiste en la superación de sus deficiencias, para lograr la relegitimación de sus instituciones.