Cualquier consideración sobre la política brasileña actual no debe perder de vista que el país vive, desde hace casi dos años, la fase final de un complejo proceso de cambio político, iniciado en los años 80. En aquel momento entraron en crisis no sólo el régimen militar autoritario, sino también el Estado desarrollista nacido en los años 30 y con su florecimiento máximo en el final de los 70. Lo que significa que a comienzos de los 80 se rompieron las típicas articulaciones del modelo de desarrollo dirigido por el Estado, entre capitales locales (privados y estatal) y el capital internacional, y entre sector público y privado. También fue puesta en jaque la estructura vigente de agregación e intermediación de intereses frente al poder estatal. De hecho, Fueron estas crisis las que desencadenaron la transición brasileña hacia la democracia.