A pesar del tiempo transcurrido, para los indígenas chiapanecos las condiciones económicas y sociales, apenas han variado respecto de aquéllas a las que, en su día, tuvo que enfrentarse Emiliano Zapata. Así pues, no es de extrañar el arraigo logrado por el EZLN, movimiento popular que, heredando la tradición de lucha zapatista, ha sido capaz de adaptar ésta a la nueva situación histórico-política de México, corrigiendo muchos de los errores que condenaron al fracaso las demandas de Zapata y de otras guerrillas latinoamericanas del último medio siglo. Seguramente ha sido esto lo que ha permitido reabrir un debate que el pensamiento conservador se había afanado en cerrar: las posibilidades de la lucha armada como camino hacia la democracia.