La coyuntura sociopolítica abierta en la Argentina después de las elecciones del 14 de mayo está atravesada por el fenómeno de la agudización del desempleo. Efectivamente, a pesar del amplio triunfo electoral logrado por el oficialismo (con casi el 50% de los votos), la reelección presidencial de Menem y la mayoría alcanzada en el Congreso, el gobierno no puede evitar un descontrol en las tasas de desempleo. La desaceleración del crecimiento, el corte del financiamiento externo y la caída de la inversión registrados a partir del efecto tequila, colocan al desempleo (18,6%) en primer lugar entre los temas que más preocupan a la opinión pública. Junto con el índice de subocupación (11,1%), ello significa que más de 3 millones de personas están con problemas de trabajo. La coyuntura muestra un panorama particularmente duro para lo que queda de 1995: profundización del ajuste, probable recesión y altas tasas de interés, si bien algunos analistas hablan de la reversión de estas tendencias hacia finales de año. También se prevé un fuerte impacto sobre las provincias, que ha comenzado ya a provocar una creciente protesta social de empleados públicos, docentes, jubilados, en un marco de gobiernos provinciales desfinanciados y con las cuentas en rojo.