De la articulación de los movimientos sociales con los movimientos políticos va a depender uno de los fenómenos centrales del nuevo proyecto de democracia que abarque a la sociedad civil, a los gobiernos y a los Estados. De esa alianza dependerá también el impedir los movimientos fascistas, fundamentalistas o golpistas, incluso aquellos que se den con el pretexto de luchar por la democracia.