Lo que tanto se parece a un retrato hablado de la Venezuela actual fue dibujado hace veinte años en el número cero de esta revista: « . . .Injusticia social, desocupación, carestía de la vida, escasez y alto costo de la vivienda, crisis sanitario-asistencial, crisis de la educación, inseguridad.» (Gaspar, p. 25). Si el diagnóstico no ha cambiado desde entonces, la terapia propuesta ha variado drásticamente de la nacionalización a la privatización de industrias, del control estatal a la liberalización, de una economía cerrada a otra abierta. En este sentido, Venezuela se ha movido al son del ritmo político-económico latinoamericano.