Con la crisis económica de los años 70, toda la izquierda europea ha entrado en crisis de identidad. El autor del presente artículo sostiene que el descrédito del modelo soviético, los límites de la gestión keynesiana de la economía y la ausencia de alternativas han dejado a la izquierda sin perspectivas globales frente a la ofensiva de la derecha. Afirma que para enlazar las respuestas a corto plazo con un proyecto socialista de alcance histórico es preciso hacer un diagnóstico correcto de la crisis, reconociendo que el origen de ésta es la caída de las ganancias. Por otra parte, dice, es necesario rechazar tanto la tentación de hacer propuestas puramente demagógicas, de las que ya se sabe que no pueden funcionar, como la del puro pragmatismo a corto plazo, perdiendo de vista el problema global de que las economías que superen la crisis deben ser más parecidas al ideal de una sociedad socialista que las economías de la posguerra, por más que sigan siendo en muchos aspectos sociedades capitalistas.