Los banqueros del mundo no sólo han hecho posible la tremenda alza en la economía desde la segunda guerra mundial, sino que también han jugado un papel decisivo en dar le forma. Pero en los últimos diez años, la banca internacional se ha vuelto más amplia y más importante de lo que cualquiera imaginó. Los bancos comerciales no estarían ahora jugando un papel tan preponderante en la economía mundial sin las consecuencias devastadoras de las dos explosiones del precio del petróleo. La banca, nacional e internacional, depende de la confianza. Sería terrible si la confianza se evaporase justamente ahora cuando se la necesita urgentemente. En la década de los treinta, hubo una serie de crisis bancarias de largo alcance, las cuales hicieron estallar importantes convulsiones en la economía mundial. Los principales países han aprendido la lección. Ellos han introducido criterios estrictos para la líquidez y solvencia bancaria y han incrementado la protección disponible a los depositantes. Hasta la década de los setenta todo estaba en calma. Ni siquiera el colapso de los bancos privados Franklin National y Herstatt desató una crisis general de confianza, ya que los dos bancos centrales y los dos gobiernos intervinieron rápidamente.