Yo quiero hablar como si estuviéramos en privado, esto es, quiero plantear algunos problemas no resueltos en el discurso público de las fuerzas progresistas y revolucionarias. Lo que voy a decir no es original si por original se entiende lo que piensa una persona: advierto que lo que digo no es producto de mi pensamiento. Es más bien recuerdo de diálogos privados que deben adquirir un carácter público, con todo sentido de responsabilidad, pero con el coraje necesario para que la tarea intelectual haga explícito lo que creemos que constituye un problema en los procesos de comprensión y de expresión de las fuerzas progresistas y revolucionarias de América Latina. El problema no sólo es el de la crisis sino el de la dialéctica de la sociedad contemporánea. La crisis no abarca sólo al mundo capitalista y al imperialismo, sino a muchas de las alternativas progresistas y revolucionarias. (Por eso es tan fuerte). Y no obstante que el imperialismo y el capitalismo revelan una debilidad creciente, la dialéctica de la revolución socialista, de los movimientos de liberación, de los movimientos democráticos y contra el fascismo, y la dialéctica de la coexistencia pacífica en varios puntos esenciales presentan características concretas que nos obligan a replantear los problemas de la comprensión y del lenguaje en todos los campos intelectuales y con un concepto del intelectual como trabajador que a fines del siglo XX no sólo es individual sino colectivo, ni sólo constituye élites sino masas, ni sólo trabaja en los medios clásicos de comunicación sino con radios, televisiones, escuelas de cantidades inmensas de niños, adolescentes y jóvenes, y periódicos de públicos multitudinarios.