El tema comunicación encierra en el mundo actual complejidades profundas. Nunca como ahora en la historia de la humanidad se ha dispuesto de mayores recursos para transmitir ideas, símbolos, mensajes de un ser humano a otro. Para vivir en un diálogo social vitalizador y creativo. Pero, al mismo tiempo, nunca tanto como ahora la sociedad aparece atomizada, fragmentada, remitida a los consumos individuales y mediatizados de la versión sobre la propia historia que uno vive. Una versión que se concibe en ámbitos de alta concentración de poder y de acceso crecientemente exclusivo a toda la información.