Necesitamos nuevas formas de aprendizaje que permitan comprender la complejidad de los cambios sociales presentes; necesitamos formas de aprendizaje complejas, es decir, totalizadoras, integradoras y orientadas a procesos. Esas formas de trabajo deben permitir a los estudiantes la adquisición de determinados conocimientos no sólo en un «nivel cognitivo» como «saber histórico», sino en situaciones concretas sociales; este saber debe ser útil como competencia social en su vida cotidiana.