摘要:Los procesos de electrificación rural mediante energías renovables han cambiado por completo en los últimos años. En las décadas pasadas, estos procesos fueron conceptualizados, por parte de la ayuda internacional, como asistencialismo o como intento de creación de una barrera a las migraciones internas o externas. Estas perspectivas para aliviar la pobreza fracasaron debido a la ausencia de interés real en generar desarrollo sostenible y equitativo en comunidades rurales dispersas y postergadas. Luego, el concepto de asistencialismo fue reemplazado por el de sustentabilidad; el cual, en los procesos de electrificación rural, fue dejado en manos de las fuerzas del mercado, al menos en proyectos financiados por organismos multilaterales de crédito. El concepto fue que debía generarse un mercado genuino para que la electrificación rural sea llevada a cabo por empresas interesadas en desarrollar este mercado en áreas determinadas. Varios de estos modelos han tratado de implementarse en América Latina y en otras regiones del tercer mundo. Quizás uno de los más conocidos sea el modelo de concesión desarrollado para la Argentina (PAPERA / PERMER). Sin embargo, dado el contexto socioeconómico de la región, ninguno de estos modelos pudo ser implementado con éxito, con independencia de la voluntad (algunas veces transformada en voluntarismo) circunstancial de uno o más actores. Es por eso que debemos repensar estos modelos. El concepto de sustentabilidad debe estar estrechamente relacionado con el de desarrollo socioeconómico local. Por otra parte, la electrificación rural debe ser un vector para el desarrollo social; y es en ese contexto que no puede depender exclusivamente del mercado y sus actores, sino que debe estar inmerso en la planificación del desarrollo rural. Las aplicaciones de la energía solar fotovoltaica, de la eólica, de la hidroeléctrica de pequeña escala, de la biomasa en la agricultura, en la pequeña industria rural, en servicios sociales han comenzado a tener una nueva dinámica. La experiencia sugiere que hay espacio para nuevos modelos de desarrollo siempre que haya transferencia tecnológica adecuada; que las agencias donantes entiendan la dinámica del desarrollo socioeconómico, respeten las distintas elecciones locales de pequeñas comunidades rurales y den ayuda financiera genuina; que se genere el marco regulatorio adecuado y que se incentive la participación activa tanto de la comunidad involucrada como de las empresas privadas locales, las cuales a su vez generarían trabajo para la creación de recursos, limitados; pero genuinos, autodeterminados y dignos.