摘要:Me lo dice con delicadeza mi fraternal amigo y colega Antonio Fernández de Buján sabiendo que me va a doler: “Ha muerto Alejandrino”. Nunca se sabe bien que pasa por nuestra mente bañada siempre por la sensibilidad de la que nunca podemos desprendernos, cuando oímos como un golpe sordo la noticia. La muerte es una cita irremplazable para el ser humano pero es —en terminología romanista— un dies certus an incertus quando; con todo, su edad y su jovial apariencia física permitían presumir que la llamada de la Parca podía demorarse mucho. Este mismo año, en febrero, la Facultad de Derecho de A Coruña, su Facultad, le confirió el título de profesor ad honorem como premio a los inestimables servicios que le prestó como docente, investigador y gestor académico. Su lección jubilar ante lo más granado de la comunidad universitaria y del mundo del foro constituyó un cabal testimonio de su prodigiosa inteligencia, su sentido del deber y su vocación científica